Una pala de nieve fue probablemente la primera herramienta de trabajo convertida en obra de arte, en el estudio neoyorquino de Marcel Duchamp, en 1915. Se trataba de cuestionar el estatus del objeto artístico desde una perspectiva que cumplía con la exigencia moderna de que el arte fuera propio de su tiempo, de su momento histórico. El espíritu provocador y burlesco de Duchamp fue aprovechado por Claes Oldenburg para, desde la tradición pop, representar utensilios cotidianos (palas, martillos, sierras, cucharas…) con un aspecto diagramático, una escala exagerada y un contexto desnaturalizado que buscaba provocar cierto desconcierto en el espectador que le obligara a reflexionar sobre su relación con la cultura y el arte.