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Proyecto de arquitectura para Fundación La Posta por Ester Giménez Beltrán

El proyecto de diseño interior de la sede de la Fundación La Posta se desarrolla a partir de dos premisas que sirven como punto de partida y argumentan las elecciones en el diseño del contenedor. Por una parte, la versatilidad del espacio y su capacidad de adaptación al contenido artístico ha sido la directriz principal en el diseño del proyecto. Las superficies móviles, construidas a partir de un sistema de bastidores metálicos colgados y forrados de DM, proporcionan la máxima versatilidad del espacio que, en definitiva, potencia la visibilidad de las obras expuestas mientras se acomoda a la voluntad de cada artista programado. Por otra parte, se trata de aprovechar las características propias del local utilizándolas como virtudes del proyecto. Esto se traduce en el uso de los retranqueos de los paramentos verticales para ubicar los espacios de almacenaje y librería y de esta manera homogeneizar el volumen del espacio expositivo cuando las piezas están cerradas. Estos elementos pueden quedar camuflados detrás de los bastidores correderos de acero galvanizado que se utilizan como superficie para la exposición de obras de arte, tanto elementos colgados, apoyados o proyectados.

Gracias al movimiento de sus elementos, deslizantes y desplegables, la sede de la Fundación está preparada para albergar exposiciones, pero también talleres, conferencias o actividades relacionadas con la investigación y difusión del arte contemporáneo. En su parte trasera, tras una puerta de policarbonato diversos espacios de almacenaje y servicios aseguran el perfecto funcionamiento y orden de una sede de sus características. El equipo multimedia instalado en sala permite el uso de proyecciones y audio ubicados óptimamente en el espacio, atendiendo a su geometría y dimensiones.

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La iluminación posee también la capacidad de modificar sustancialmente el espacio, desde focalizar la atención en un único punto, hasta visibilizar una luz perimetral o crear una iluminación homogénea en la sala. La posición y tipo de las luminarias se han proyectado para absorber diversas configuraciones. Con el deslizamiento de uno de los bastidores se permite hacer entrar la luz natural u oscurecer el espacio completamente. Mientras que la transparencia de la puerta de acceso asegura la visibilidad exterior. La Posta puede convertirse en una caja blanca o abrir sus lados, acumular, mostrar o esconder las obras. Es capaz de albergar diferentes configuraciones y en cada una conservar las necesidades de un espacio dedicado al arte contemporáneo y atento a las necesidades técnicas que los montajes pueden requerir.

En definitiva, el deslizamiento de sus superficies, desde la puerta de acceso, hasta las paredes expositivas móviles y la puerta divisoria de policarbonato, permite la superación de la ya clásica “caja blanca” como espacio expositivo.

Al tratarse de un espacio de dimensiones reducidas, la ubicación de la librería se resuelve como un elemento capaz de esconderse y mostrarse, según la ocasión. La clave de la solución es la capacidad de movimiento del mueble librería que, en tres tiempos, dibuja posiciones diferentes, girando desde uno de sus extremos. Cuando las paredes están cerradas se maximiza la superficie expositiva. Al abrir uno de los bastidores, deslizándolo, el mueble librería aparece aprovechando el hueco que ofrecen los pilares. En el tercer tiempo, el giro a noventa grados visibiliza la librería desde el acceso y tiende a fragmentar el espacio potenciando el ritual de acceso, las visuales y el contenido. De esta manera, con el mueble completamente desplegado, el espacio se divide, potenciando nuevas superficies expositivas, recorridos y creando un espacio menos visible desde el exterior.

Ester Giménez Beltrán, arquitecta.