Faire de la photo une fête

[A la fin en français aussi]

Nomwindé Vivien Sawadogo, nacida en 1981 en Dapoya, Ouagadougou (capital de Burkina Faso), emerge como una voz significativa en la fotografía africana contemporánea, desafiando las representaciones estereotipadas.

Su trabajo se erige como una poderosa contranarrativa a lo que académicos como Achille Mbembe han denominado la «mirada colonial»: la representación reduccionista de África a través de la pobreza extrema o el exotismo orientado al turismo, la mirada colonial no solo afecta a cómo se ve a África desde fuera, sino que también ha influido en cómo los africanos se ven a sí mismos, creando lo que él denomina una «colonización de la consciencia».

El enfoque artístico de Sawadogo está fundamentalmente arraigado en lo que ella llama «testimonio»: un estilo documental que busca capturar la auténtica vida cotidiana de las comunidades africanas. Su trabajo se alinea con la capacidad de la cámara para documentar la realidad y proporcionar una interpretación creativa de esa realidad. A través de su lente, Sawadogo presenta un África que existe más allá del binario del sufrimiento o el safari, revelando en cambio el rico tapiz de la vida cotidiana y el patrimonio cultural.

Uno de los aspectos distintivos de su trabajo es su enfoque en la escarificación étnica y las prácticas ancestrales, que ella compara brillantemente con la adopción de tatuajes y piercings por parte de la cultura juvenil contemporánea. Este enfoque comparativo se hace eco de las teorías de la antropóloga Mary Douglas sobre la modificación corporal como forma de comunicación social y continuidad cultural. Al establecer estos paralelos, Sawadogo crea un diálogo visual entre tradición y modernidad, desafiando la noción de que estos elementos existen en oposición uno al otro.

Pone atención a temas que a menudo se pasan por alto (artesanos, mineros de oro, dolotières (cerveceros tradicionales) y trabajadores domésticos) está forma de ver desafía las narrativas dominantes. Su documentación de estos individuos, junto con los sitios y monumentos culturales en decadencia, sirve no sólo como registro histórico sino como una afirmación de dignidad y preservación cultural.

Lo que distingue el trabajo de Sawadogo es su capacidad para capturar lo que ella describe como «momentos mágicos de la vida»: instancias en las que la realidad y los sueños se entrelazan. Este enfoque se alinea con el concepto de «realismo mágico» en las artes visuales, donde lo extraordinario se encuentra dentro de lo ordinario. Su fotografía se convierte en una plataforma para lo que ella imagina como una «fiesta»: una celebración donde personas educadas y no educadas, jóvenes y mayores, pueden reunirse en torno a imágenes para soñar y construir futuros juntos.

A través de sus fotos, Sawadogo atraviesa al espectador y crea una conexión personal. Su petición de «UNA MIRADA» se convierte en algo más que una súplica de atención; se transforma en una invitación a un compromiso genuino con la realidad africana, que vaya más allá de las opiniones superficiales o prejuiciosas.

El trabajo de Sawadogo representa una contribución vital a la fotografía africana contemporánea, uniéndose a las filas de fotógrafos como Malick Sidibé y Seydou Keïta, que han trabajado para presentar África a través de ojos africanos. Su fotografía no sirve sólo como documentación sino como un puente entre el pasado y el presente, la tradición y la modernidad, la realidad y la aspiración, ofreciendo un retrato matizado y digno de la vida africana que desafía los estereotipos prevalecientes al tiempo que celebra la rica herencia cultural del continente.

Para la presentación de su trabajo en Fundación La Posta hemos seleccionado una serie que llama poderosamente la atención porque las figuras humanas, normalmente de mujeres, han sido sustituidas por diseños estampados en telas propios de la industria de Burkina Faso. Bajo la apariencia de la composición de un collage, la autora consigue los objetivos a los que nos hemos referido, de ruptura de clichés a los que estamos acostumbrados en las representaciones de África, de pobreza o exotismo, sin necesidad de acudir a otro tipo de imágenes estereotipidas, como las del centro de la capital Ouagadougou, que busca reproducir las imágenes del centro de cualquier otra capital en África o en cualquier otro continente. Esa ruptura de clichés tiene un doble dirección, por una lado, en relación con la representación de la realidad, que sin dejar de serlo, porque no hay nada más real en el imaginario de Burkina Faso que esos estampados en tela, la composición realizada por Sawadogo es capaz de generar otro tipo de imágenes que elevan el papel otorgado a la intervención humana en la construcción de esas imágenes, y, por otro lado, desaparecen los rostros, que según nos consta (lo cuentan, por ejemplo, las protagonistas de la película “Anunciaron tormenta”, 2020, de Javier Fernández Vázquez [miembro del colectivo Los Hijos], sobre los acontecimientos que tuvieron lugar en la colonia española de Guinea Ecuatorial en 1904), los protagonistas lo viven como una apropiación no autorizada, tras una experiencia de racialización de la propia imagen. Toda una declaración de principios en una imagen en apariencia tan sencilla, que presentamos como si se tratase de una postal que la autora envía al mundo, reforzando esa idea de mensaje, porque no hay un repositorio de memoria más potente que una postal.

Nomwindé Vivien Sawadogo foto

 

Nomwindé Vivien Sawadogo, née en 1981 à Dapoya, Ouagadougou (capitale du Burkina Faso), s’impose comme une voix significative de la photographie africaine contemporaine, remettant en cause les représentations stéréotypées.

Son travail constitue un puissant contre-récit à ce que des académiques tels qu’Achille Mbembe ont appelé le «regard colonial» : la représentation réductionniste de l’Afrique à travers l’extrême pauvreté ou l’exotisme orienté vers le tourisme, le regard colonial affecte non seulement la façon dont on voit l’Afrique de l’extérieur, mais a également influencé la façon dont les Africains se perçoivent, créant ce qu’il appelle une «colonisation de la conscience».

La démarche artistique de Sawadogo est fondamentalement ancrée dans ce qu’elle appelle le «témoignage» : un style documentaire qui cherche à capturer la vie quotidienne authentique des communautés africaines. Son travail s’inscrit dans la capacité de l’appareil photo à documenter la réalité et à fournir une interprétation créative de cette réalité. À travers son objectif, Sawadogo présente une Afrique qui existe au-delà du binaire de la souffrance ou du safari, révélant à la place la riche tapisserie de la vie quotidienne et du patrimoine culturel.

L’un des aspects distinctifs de son travail est l’attention qu’elle porte aux scarifications ethniques et aux pratiques ancestrales, qu’elle compare brillamment à l’adoption des tatouages et des piercings par la culture contemporaine des jeunes. Cette approche comparative fait écho aux théories de l’anthropologue Mary Douglas sur la modification corporelle comme forme de communication sociale et de continuité culturelle. En établissant ces parallèles, Sawadogo crée un dialogue visuel entre tradition et modernité, remettant en question l’idée selon laquelle ces éléments existent en opposition les uns aux autres.

En se concentrant sur des sujets souvent négligés –artisans, chercheurs d’or, dolotières et travailleurs domestiques–, cette façon de voir remet en question les récits dominants. Sa documentation sur ces individus, ainsi que sur les sites et monuments culturels en déclin, sert non seulement de document historique mais aussi d’affirmation de la dignité et de la préservation culturelles.

Ce qui distingue le travail de Sawadogo, c’est sa capacité à capturer ce qu’elle décrit comme des «moments magiques de la vie»: des moments où la réalité et les rêves s’entremêlent. Cette approche s’inscrit dans le concept de «réalisme magique» dans les arts visuels, où l’extraordinaire se trouve dans l’ordinaire. Sa photographie devient une plateforme pour ce qu’elle imagine comme une «fête» : une célébration où les personnes instruites et non instruites, jeunes et moins jeunes, peuvent se rassembler autour d’images pour rêver et construire ensemble un avenir.

À travers ses photos, Sawadogo s’adresse au spectateur et crée un lien personnel. Sa demande de «UN REGARD» devient plus qu’une simple demande d’attention; Cela devient une invitation à un véritable engagement envers la réalité africaine, qui va au-delà des opinions superficielles ou préjugées.

L’œuvre de Sawadogo représente une contribution essentielle à la photographie africaine contemporaine, rejoignant les rangs de photographes tels que Malick Sidibé et Seydou Keïta, qui ont œuvré à présenter l’Afrique à travers les yeux des Africains. Sa photographie sert non seulement de documentation mais aussi de pont entre le passé et le présent, la tradition et la modernité, la réalité et l’aspiration, offrant un portrait nuancé et digne de la vie africaine qui défie les stéréotypes dominants tout en célébrant le riche patrimoine culturel du continent.

Pour la présentation de son travail à la Fondation La Posta, nous avons sélectionné une série particulièrement frappante car les figures humaines, généralement des femmes, ont été remplacées par des dessins imprimés sur des tissus typiques de l’industrie burkinabè. Sous l’apparence d’une composition de collage, l’auteur atteint les objectifs que nous avons évoqués, en brisant les clichés auxquels nous sommes habitués dans les représentations de l’Afrique, de la pauvreté ou de l’exotisme, sans avoir recours à aucun autre type d’images stéréotypées, comme celles du centre de la capitale Ouagadougou, qui cherchent à reproduire les images du centre de n’importe quelle autre capitale en Afrique ou sur n’importe quel autre continent. Cette rupture des clichés a un double sens, d’une part, par rapport à la représentation de la réalité, qui sans cesser de l’être, car il n’y a rien de plus réel dans l’imaginaire burkinabé que ces impressions sur tissu, la composition faite par Sawadogo est capable de générer un autre type d’images qui élèvent le rôle donné à l’intervention humaine dans la construction de ces images, et, d’autre part, les visages disparaissent, ce qui, comme nous le savons (comme le racontent, par exemple, les protagonistes dans le film «Anunciaron tormenta» [Tempête annoncée] (2020), de Javier Fernández Vázquez [membre du collectif Los Hijos], sur les événements qui ont eu lieu dans la colonie espagnole de Guinée équatoriale en 1904), les protagonistes le vivent comme une appropriation, après une expérience de racialisation de sa propre image. Toute une déclaration de principes dans une image apparemment si simple, que nous présentons comme s’il s’agissait d’une carte postale que l’auteur envoie au monde, renforçant cette idée d’un message, car il n’y a pas de référentiel de mémoire plus puissant que une carte postale.