El Perellonet. La gola, la pesca de la angula, el monot, las casas de los pescadores de angulas, las pirámides de la playa, el hotel Yatemar y Els Marins.
Conducido por Guillem Cervera
El núcleo de población conocido como El Perellonet tiene su origen en la gola del mismo nombre, construida en 1903. Junto a ella se construyó la casa para el encargado y guarda de las compuertas, donde se instaló la familia Blayet, hasta la fecha, que regenta un famosísimo restaurante en el pueblo. También contribuyó notablemente a la formación del núcleo de población, la construcción en 1920 de la carretera Nazaret-Oliva. En los años treinta se empezaron a instalar los primeros pescadores de angulas, en unas barracas muy precarias buscando la proximidad a los viveros de angulas. Esas barracas serían sustituidas luego en tierra firme por las populares casas de pescadores caracterizadas por su cubierta en forma de catenaria invertida, que se pueden ver en el conocido como Grupo de viviendas Marques de Valterra, en honor de quien fue su promotor.
Un resumen de la evolución del Perellonet, de cómo se formó el núcleo de población y del intenso trasvase de conocimiento que está detrás de ello ―magníficamente representado en el monot (el aparejo utilizado para la pesca de la angula)―, se puede ver aquí: http://fundacionlaposta.org/es/media/el-perellonet-el-monot-i-el-transvasament-de-coneixement/
Arriba el monot utilizado para la pesca de la angula, y uno semiabandonado junto a la Cofradía de Pescadores, y decimos semiabandonado porque unos días después ya no estaba.
Las pirámides de hormigón de la playa del Perellonet podría ser un magnífico ejemplo de las contradicciones y complejidades de la gestión del territorio y de cómo hacer frente a sus debilidades y amenazas, aprovechando sus fortalezas y oportunidades; o no. Se colocaron ahí en los años sesenta del siglo pasado para favorecer la retención y el mantenimiento de la arena en la playa, que era engullida por el mar cuando había tormenta, a modo de escollera. Durante este tiempo han tenido la oportunidad de desarrollar esta función, más aún, han servido de punto de anclaje de dunas que iban creciendo con el paso del tiempo. Aunque no del todo, como pone en evidencia el hecho de que, cuando ha habido grandes tormentas, como ocurrió, una de las últimas veces, en el invierno de 2017, la mar se ha llevado parte de la arena, dejando a la vista un gran número de las piramides que estaban ocultas.
El objetivo perseguido con esta actuación de construcción de una especie de escollera (aunque con un diseño llamativo por los bloques de hormigón en forma de pirámide), siembra dudas sobre que por aquellas fechas (o el autor del proyecto, o quien lo encargó) se tuviese conocimiento de cómo funciona la dinámica litoral y que, el primer factor de erosión de la playa, descontados los temporales marinos, es la destrucción del cordón dunar que sirve para la fijación de la playa. Y hay dudas a este respecto ya que, en lugar de proteger el cordón dunar, se construyó esa especie de escollera con unos magníficos bloques de cemento en forma de pirámide. Por aquel entonces la ingeniería de caminos, canales y puertos resolvía los problemas así: a base de meter mucho cemento. Luego vendría el encauzamiento de barrancos con hormigón. En la actualidad se está protegiendo el cordón dunar, y la playa resiste bien, bastante mejor que aquellas playas en las que se destruyó el cordón dunar cuando se decidió apurar la línea de edificación hasta las primeras toallas de los visitantes tumbados al sol. Pero conviene recordar que la decisión de proteger el cordón dunar no ha sido una decisión urbanística, ni de ordenación del territorio, sino que es consecuencia de la declaración del Parque Natural de la Albufera, en 1986. Quedémonos con la vista de esas pirámides de cemento que tanto han contribuido a perfilar un paisaje con personalidad propia cargado de simbolismo para la playa del Perelló.
Los hoteles Yatemar y Els Marín, hoy fuera de uso, son los últimos vestigios de una época en la que El Perellonet fue el primer destino para los fines de semana y vacaciones de una emergente clase media valenciana. Sorprende lo bien que se han conservado muchos de los elementos constructivos caracterizadores de estos dos hoteles, como, por ejemplo, esta celosía en el muro de cierre del aparcamiento del hotel Els Marín.
El primero de estos establecimientos turísticos fue el Hotel Recatí, una maravilla de la Arquitectura Moderna, fue construido en 1955 y derribado unas décadas después sin pena ni gloria, para ser sustituido por un edificio más grande. Pero la atracción por aquel paisaje, que en muchos aspectos aún se mantiene vivo y actual, continua invariable, como pone en evidencia la reciente edición de un magnífico homenaje a aquel concepto. Se puede ver aquí: https://flatmagazine.es/arquitectura/la-playa-del-recati/
De alguna manera, este paisaje de hoteles modernos, con esas escaleras exteriores por las que podemos imaginar bajando en bañador turistas con actitud desenfadada, con barra de bar y ambiente nocturno (lo que no excluye la pantalla de televisión y las retransmisiones deportivas del fin de semana), donde parar para tener una aventura, o para olvidar la aventura que no pudo ser, forma parte de la otra cara de la personalidad del Perellonet, una menos heroica, con un punto “Leaving Las Vegas”, una atmósfera como la que daba a entender la aparición de noticias en el periódico local como la que se acompaña.
En la visita al Perellonet en la primera edición del Taller de paisaje entrópico se nos hizo de noche. En la imagen el hotel Yatemar con una luz encendida. Parece que no está tan vacío. Una fotografía de noche de la playa del Perellonet es algo muy apropiado para el significado de este lugar, según los indicios que van en la dirección de que tiene historias ocultas, de las que encuentran en la noche su momento de realización.
En este banco frente a la playa del Perellonet hace mucho tiempo que nadie se sienta a mirar el horizonte.
El Perellonet está lleno de lugares que son el placer del entropólogo.
