Con el dispositivo audiovisual puesto en obra durante la exposición, Nicoleta Moise puso en escena, a través de una proyección en directo, el uso que las personas asistentes hicieron de su libro. La forma de pasar las páginas, de detenerse en ciertas imágenes o textos; pero también la manera en que las manos que tocan el libro lo desplazan de su ubicación, lo deslizan o inclinan, reencuadrando en la pantalla de proyección las imágenes del libro manipulado.
Esta noción de reencuadre resulta esencial en toda la exposición. Sobre las fotografías originales, Moise no ha dejado de efectuar esta operación para su libro, pero es en la exposición donde se pone en evidencia con mayor claridad visual (y procesual). Todo uso de un archivo dado es, en mayor o menor medida, un reencuadre específico. Reencuadrar quiere decir “resignificar”. Moise pone en diálogo las imágenes del pasado y el reencuadre que se les aplica desde el presente, generando nuevos sentidos que revelan aspectos inéditos de esa vieja violencia (la de la disciplina de los cuerpos, pero también la de la representación, de la “violencia epistémica de Occidente” que diría Gayatri Spivak). Y pone así en evidencia que en la disposición concreta de cada reencuadre podemos encontrar itinerarios pragmáticos para las reapropiaciones, las recreaciones o las reinvenciones de cualquier archivo.
Como decíamos en el texto de contextualización de esta serie de exposiciones, en Archivos en fuga se agrupan las últimas obras de tres artistas emergentes, tres mujeres jóvenes y “periféricas” (Nicoleta Moise y Paula Onet nacidas en Rumanía, Lamia Mohacht en Marruecos) que abordan desde perspectivas y temporalidades diversas ciertas posibilidades de subversión y reformulación de archivos visuales específicos y muy próximos a su propia experiencia.
Ahora bien, ¿qué queríamos decir al adjetivar de “periféricas” (con comillas) a estas jóvenes artistas? Esta fue la pregunta que me hizo Nicoleta Moise al preparar juntas la entrevista filmada que ahora publicamos. Esta parte del texto se ha escrito, entonces, como una respuesta a ese cuestionamiento -tan pertinente- de la joven artista rumana. Y es que una exposición, hoy y aquí, nos interesa ante todo como experiencia colectiva y como proceso dialógico.
Como hace patente la obra de la artista feminista serbia Tania Ostojic, “las mujeres de la Europa de servicio (los países excomunistas) son consideradas y aceptadas en la Unión Europea como mujeres de servicio también” (Walter Mignolo). ¿Qué decir, por lo demás, de la relación de la mujer marroquí respecto a la “metrópoli” española? Toda una historia y una experiencia de colonialidad, externa e interna, sigue viva en esa relación.
No resulta por lo demás irrelevante recordar que la comunidad rumana y la marroquí son las más numerosas de las comunidades migrantes que arraigan en España. Si bien es cierto que cada vez más el Estado español se va viendo relegado hacia la subordinación del Sur global, respecto a la mujer rumana o marroquí continúa ejerciendo el papel de “centro”, de lugar de exclusión y subalternidad. A esta cuestión geopolítica hay que sumar, por otra parte, la cuestión de género. Como mujeres rumanas y marroquís, estas artistas y sus obras respectivas se encuentran en una subalternidad duplicada. Activar el archivo desde esta doble posición “periférica” impugna la propia noción de “centro” (del arte, del poder, del género, de las instituciones) y a sus procesos de subalternización, enlazando “Archivos en fuga” con las estéticas descoloniales.
Referencias:
Spivak, Gayatri Chakravorty (2010), Crítica de la razón postcolonial. Madrid. Akal.
Mignolo, Walter D. (2015), “Aiesthesis descolonial”, en Sentir y pensar la descolonialidad (Antología, 1999-2014). Barcelona. CIDOB.