Descosiendo el género

El acto de vestirnos, llevándolo a cabo con intención, es algo más que sobreponerse capas y cubrirse. Es conquista, actitud, es política, es presentarse y definirse, es, en definitiva, construirse. Es algo que tiene en común con el género: ambos son un constructo.

Pero a diferencia de este último, que es una narrativa social que nos viene ya dada desde el nacimiento, al momento de decidir que ropa nos ponemos estamos solos, es una decisión personal e individual. No obstante, como casi todas las cuestiones que dictaminamos, las resoluciones suelen estar influenciadas por el entorno y todo lo que hemos ido absorbiendo hasta la fecha, perdiendo así el instinto y lo genuino. Desde antes de venir al mundo ya está pensado qué nos vamos a poner, con que vamos a jugar e incluso como vamos a comportarnos.

La ropa al final de todo esto, es solo la guinda del pastel, todo lo que representa esa historia que ya se han contado unos a otros tantas veces, que ya hemos olvidado cuándo comenzó este cuento «basado en hechos reales». El problema de este relato que traza la realidad, es que nunca es completo, siempre se cuenta poniendo el marcador en un determinado lugar y en un determinado momento.

Con la intención de guiar a los asistentes para que puedan cortar los hilos de las memorias tejidas y sean capaces de redibujar sus nuevos patrones, mostramos al visitante los retales de la crónica que se han ido olvidando en el camino. Así surge «Descosiendo el género», un recorrido por el tiempo, el espacio y las piezas más icónicas de la moda, a través de las cuales se ha hilvanado el carácter y la «naturaleza» de la humanidad, siempre dividida y encorsetada en un sistema binario, en un blanco o negro sin posibilidad de grises, o en este caso, un rosa y azul sin permitirnos un lila o un morado, por ese afán de control, definición y codificación de los hombres, y ese miedo tan antiguo a ser engatusados, engañados o a no poder leer lo que sus ojos ven, todo siempre en pro del orden, la razón, «la naturaleza» y lo divino. No en vano hablaba el poeta Keats sobre «el palacio de los dulces pecados, tapizado de violeta». Hoy queremos revestir el palacio de la individualidad de blanco para convertirlo en un lienzo que cada uno coloree a voluntad en nombre de la libertad.

Khairi Jemli y Silvia Cuesta

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Silvia Cuesta se inicia en 2013 como diseñadora de vestuario teatral con la obra «Luz frágil», a la que le siguen varias piezas teatrales más, entre las que cabe destacar «Grantaire». Una pieza de teatro musical que tuvo la suerte de contar con el beneplácito del grupo Amaral para utilizar su álbum «Nocturnal» y adaptarlo para crear la banda sonora de la obra, así como de obtener el Premio de las Letras Jóvenes de Castilla y León. Manteniendo sus conexiones con el teatro, en 2020 incursiona en el terreno del vestuario para audiovisuales. De entre estos trabajos resalta «Valenciana», film dirigido por Jordi Núñez con el apoyo de À punt, tvt3 e ib3, que ya ha sido presentada en festivales tanto nacionales como internacionales y se estrenará en cines en los próximos meses.

Khairi Jemli nace el 14 de julio de 1989 en Túnez. Desde que se instala en España desarrolla su vertiente artística como realizador audiovisual. Dirige “Dream City”, que se graba en el barrio de San Antón (Cuenca). Después de este proyecto sigue explorando su faceta de documentalista integrando sus conocimientos sobre urbanismo con otros proyectos. Durante 2022 y 2023 ejerce como docente en la Universidad de Murcia, trasladando sus conocimientos sobre la ejecución de proyectos audiovisuales. Actualmente se dedica a la creación audiovisual como fundador de la productora Akaprod, donde realiza trabajos corporativos y artísticos como videoclips. Así como documentales, por los que ha recibido varios galardones y menciones, como «Hijos del Jardín» o «El valor de un barrio».