La Al ghorfa (la cámara) en la que todos guardamos nuestros secretos

Theresa Wilshusen ha viajado mucho, allá donde lo ha hecho ha ido sacando fotos (con un dispositivo semejante a las cámaras Polaroid; no puede ser más analógico). Ha fijado su atención en especial, en los pequeños detalles que encontramos en una ciudad que denotan la forma como las personas construyen su identidad en relación con el entorno. Estas fotografías se pueden ver ahora en Fundación La Posta en un mural en el que las fotografías configuran pirámides. No es la única referencia al antiguo Egipto. De hecho, el conjunto de la instalación quiere llevarnos a la atmósfera que pudo haber en la cámara mortuoria que escondían las pirámides en su interior, en las que se guardaba, para que acompañaran al muerto en su viaje al más allá, objetos y pinturas en las paredes que le representaban según este había querido expresar su identidad. De la misma forma, en esta exposición encontramos, además de las fotografías a las que nos hemos referido, cerámicas con signos icónicos expresivos de diversas identidades, y, a modo de “baldosas” de ámbar que han dejado encerrado en su interior ―durante el proceso de transformación de la resina en ese material que es el ámbar que tantas novelas de aventuras ha inspirado―, distintos objetos que nos remiten igualmente a diferentes identidades, con esa capacidad que tienen algunos objetos de establecer una relación directa entre ellos y quienes los poseyeron, trayéndonos al recuerdo su memoria, real o inventada.

Todo esto y más es el proyecto “Al Ghorfa (The Chamber), you, me, and everyone in between”, de Theresa Wilshusen, que se puede ver ahora en Fundación La Posta. En el contexto del desarrollo de su tesis doctoral, que está haciendo bajo la tutoría del director del Master Universitario de Producción Artística UPV Carlos Martínez Barragán, el cual nos acompañó el día de la inauguración. Y según sus propias palabras: gracias al despliegue en formato instalativo en el espacio de La Posta de los distintos elementos que la componen, y viendo las interrelaciones que se plantean entre ellos (cerámica, ámbar, fotografía), es posible entender su significado hasta sus últimos pormenores. Realmente, una experiencia inmersiva, en una atmósfera rosada con una ambientación sonora ad hoc que la artista ha seleccionado ex profeso para la ocasión.

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Al Ghorfa (The Chamber), you, me, and everyone in between