Arriba en la pantalla de este screening podéis ver, de Osamu Sato, uno de los artistas creadores de videojuegos presentes en la muestra “Devil Sun: Sobreviviendo al «survival horror» japonés”, su trabajo “Eastern Mind: Lost Souls of Tong Nou” [Mente oriental: Las almas perdidas de Tong Nou]. Bien, en realidad lo que podéis ver es un Full Playthrough, un vídeo que muestra como alguien jugó todo el juego. El juego de verdad se puede disfrutar en La Posta.
“Eastern Mind: The Lost Souls of Tong Nou” (1994) es un juego de aventuras point-and-click (se juega con el ratón del ordenador). La trama sigue a un hombre llamado Rin, cuya alma ha sido robada por la isla de Tong-Nou. Rin viaja a Tong-Nou para recuperar su alma, actuando las vidas de nueve criaturas. Cada vez que Rin muere, el jugador elige en qué criatura se reencarnará Rin. La estructura narrativa de este tipo de historias le permite aprovechar otros medios, como la literatura y el cine, abarcando una amplia variedad de géneros. En este caso, la singularidad de la historia, unida a la de otros tantos que vendrían después, como las producidas por los otros autores que participan también en esta muestra ―Kenji Eno y Kikiyama―, daría lugar a que la crítica y los teóricos del medio acuñaran la expresión “survival horror” (utilizado por primera vez con el lanzamiento de “Resident Evil”), un estilo caracterizado por tratarse de historias de terror en las que el jugador busca la supervivencia. En el caso de “Eastern Mind: The Lost Souls of Tong Nou”, Osamu Sato, que es el autor de la gráfica, la música y el desarrollo del videojuego, llega al punto de crear un mundo que ha quitado el sueño a centenares de miles de jugadores que han pasado por su tormento. La combinación de su estética, el desenvolvimiento de la acción, la perplejidad generada por las preguntas que el programa lanza al jugador, todo ello en medio de una experiencia inmersiva de la que tiene una responsabilidad importante esa música que no olvidarás jamás, hace que este videojuego haya merecido comentarios tales como: “el juego más extraño que hemos jugado” (Tap Repeatedly); “uno de los juegos más extraños y aterradores de todos los tiempos”, y además lo consideró ”autoindulgente” [el sentimiento de pena o lástima hacia uno mismo que experimenta un individuo en situaciones percibidas como adversas cuando dicha situación no ha sido aceptada y no se tiene la confianza o la habilidad para adaptarse a ella], “psicodélico”, “perturbador” y “de nicho» [especializado para un grupo de población muy determinado] (Vice); el mismo medio también señaló que “el juego a menudo es ridiculizado como un ejemplo de la extrañeza de la cultura japonesa, en lugar de destacarlo como un testimonio de la sangre, el sudor y las lágrimas que Sato vertió en su trabajo”; la revista Complex lo incluyó en una lista de los 10 videojuegos japoneses más extraños jamás creados, considerándolo “un espectáculo de fenómenos oscuros”; Wired elogió el juego como una experiencia abrumadoramente surrealista al estilo “Myst”, destacando el diseño artístico de Sato, elaborado e infantil al mismo tiempo; Hardcore Gaming destacó la dificultad de los rompecabezas que propone, debido a que el juego está deliberadamente desprovisto de lógica, una característica que aceptó como algo positivo; Kill Screen tuvo la impresión de que no era en realidad un juego, sino más bien una ventana para acceder a los recovecos de la mente de Sato; Biglobe sintió que los personajes eran inquietantes y divertidos, elogiando la sensación de animismo oriental que impregnaba la experiencia; Rolling Stone sugirió que el juego infunde un «tinte inicial de desorientación [que] da paso al vértigo cultural», cuando el jugador occidental se da cuenta de que, a diferencia de los juegos habituales en los que matan al enemigo, el protagonista tiene que morir para progresar.
“Devil Sun: Sobreviviendo al «survival horror» japonés” es una exposición comisariada por Aitor de Maenza y Sergio Martín.