Hacer público(s). Notas (a posteriori) sobre «Públicos por venir»

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A partir de la edición de 2015 de las III jornadas de Cine por venir, el equipo de este proyecto desarrolló un proceso de seguimiento con espectadores y espectadoras que participaron en las proyecciones, las charlas y los talleres de este año. Este proceso colaborativo ha posibilitado la realización de una serie de piezas fílmicas que han sido expuestas en la Fundación La Posta, dentro del marco del proyecto En los límites (mayo y junio de 2015).

De este modo, En los límites (2ª parte): Públicos por venir ha expuesto, durante todo el mes de junio, trabajos realizados por el público de Cine por venir. O más bien por los diversos públicos. El público es plural como lo es el propio espacio público, y en esta exposición se ha visibilizado la práctica de públicos diversamente relacionados con el cine contemporáneo, públicos plurales y diversos que han convergido y se han encontrado en las diversas propuestas de Cine por venir.

Publicar, hacer algo público, es a la vez dar público acceso a determinados contenidos y fabricar la esfera pública que los hace accesibles. Publicar es hacer público, aunque sea desde una iniciativa privada. La convergencia de proyectos entre Cine por venir y la Fundación La Posta encuentra su anclaje en esta atención a los públicos como productores reales o potenciales, y a la generación de contextos innovadores de recepción para la experiencia cinematográfica contemporánea. Hacer público hoy es, también, construir los lugares y los tiempos para los públicos del cine que está por venir.

Las preguntas epistemológicas de nuestro proyecto serían: ¿para quién?, y también ¿para qué? se hace cine hoy (Villasante, 2006). ¿Para qué y para quién se desarrolla un proceso social concreto en torno al cine? En paralelo a estas cuestiones surgen las preguntas metodológicas: ¿quién? hace cine hoy, y ¿cómo? El proceso de Públicos por venir es una aproximación a los distintos públicos, creadores o no, potenciales o de facto, a partir de obras y procesos fílmicos realizados por espectadores de las jornadas de Cine por venir. Es también un proceso socio-cinematográfico de aproximación al espacio público contemporáneo, una esfera común que se construye de igual forma que los públicos que lo componen.

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Los públicos, es sabido, se construyen. Los públicos se configuran a partir de diversas estrategias de educación, de publicidad, de marketing, de monopolios de distribución o de esa ciencia del Estado llamada estadística (Ibánez, 2014). En un momento de privatización galopante de lo público como el que vivimos, en Públicos por venir nos preguntamos si una acción coordinada de una diversidad de públicos que se organizan para construir sus propios espacios de visibilidad, de producción y de circulación no podría aportar modos innovadores de construcción colectiva de espacio público.

En vez de ir de la producción cultural instituida hacia la captura y configuración de “nuevas audiencias”, invertir los términos y desarrollar una práctica en la que “hacer público” parta de la propia iniciativa de los públicos. Puede ocurrir entonces que sean los propios públicos quienes, organizando una producción y distribución singulares, consigan construir nuevas formas de producción fílmica e instituir, así, aquellas parcelas de esfera pública (no estatal) que el cinematógrafo es todavía capaz de configurar.

Esa es la apuesta de Públicos por venir: partir de la creación de una pequeña comunidad vinculada al cine contemporáneo para generar desde ella una mayor pluralidad de participación en los imaginarios fílmicos. Se trata de una investigación y de una práctica colectiva, o más bien de una investigación desde la práctica colectiva en torno a las nuevas posibilidades para hacer público. Pretendemos conectarnos así a todas aquellas prácticas artísticas que “inventan nuevos procesos colectivos fabricando comunidades experimentales”, como diría Reinaldo Laddaga (2010), conjuntos de acción que trabajan para “transformar estados de cosas locales”.

Partimos de espectadores y espectadoras que devienen productores y productoras de sus propias obras, y que participan con ello en una construcción colectiva de comunidad y de espacios de lo común. En el pensamiento contemporáneo, la dicotomía entre lo público y lo privado se está desplazando, cada vez con mayor potencia, hacia una reflexión sobre lo común. Públicos por venir  ha pretendido insertarse en este desplazamiento, y para ello ha buscado habilitar herramientas que activen el debate y experimentar desde la práctica fílmica cuál puede ser el papel de los públicos de cine en los nuevos espacios y tiempos de lo común.

Para Dardot y Laval, autores de Común (2015): “los comunes no son “producidos”, sino “instituidos”. (…) Un común no es una “cosa”, aun cuando sea relativo a una cosa, sino el lazo vivo entre una cosa, un objeto o un lugar y la actividad del colectivo que se hace cargo de ella, la mantiene y la cuida. Lo común sólo puede instituirse como lo inapropiable”.

Ante la desaparición progresiva del espacio público, la producción de subjetividad propia de lo cinematográfico y su capacidad para construir públicos y colectivos de práctica pueden presentarse como elementos activos en la reapropiación de lo público, entendiendo lo público no ya como propiedad de gestión estatal o como fin en sí mismo, sino como medio de institución de lo común.

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Toda la exposición de En los límites (cuya segunda parte ha sido Públicos por venir) ha estado concebida como una experiencia multipantalla (varios monitores activos a la vez y varias proyecciones simultáneas), con diversos modos de recepción posibles conviviendo en un mismo espacio. Este espacio de recepción se aproxima mucho, así, al espacio cotidiano contemporáneo de relación con las imágenes, el espacio multipantalla como locus hegemónico de nuestra actualidad.

Públicos por venir ha podido ser un espacio común en este sentido. Pero además, al desarrollar procesos de conversión de públicos comunes (no especializados) en artífices de cine (y un cine en modo alguno convencional) se han podido cuestionar también los dispositivos que, en el cine contemporáneo, producen exclusión.

Las lógicas de la desigualdad y de la exclusión constituyen escollos muy arduos para una institución práctica de lo común (Sousa Santos, 2011). Por eso resulta interesante (y probablemente decisivo) cuestionarse la “competencia” cinematográfica. ¿Quién es competente como espectador de los cines contemporáneos no convencionales? ¿Quién es competente para realizarlo? ¿Qué instituciones determinan el reparto de las competencias? ¿Quién compite en este entramado de cuestiones?

Fuera de cualquier contexto competitivo, en Públicos por venir cineastas y no cineastas, artistas y no artistas han dialogado y han sido expuestos al mismo nivel, en una dimensión de igualdad (o más bien horizontalidad) y de reciprocidad. Se ha tentado así la configuración práctica de un espacio dialógico: espacio de convivencia y de diálogo entre esferas en principio separadas, en el cual fuera posible pensar la distancia (dia) propiamente cinematográfica que deriva de sus condiciones de producción y recepción contemporáneas, activando al mismo tiempo una reflexión colectiva sobre las lógicas fílmicas excluyentes y sus dispositivos (sus prácticas concretas de producción, recepción y circulación).

Esta configuración ha derivado de un proceso colaborativo instituido a través de un diálogo abierto y múltiple. En el mismo espacio-tiempo de la exposición se fueron realizando una serie de reuniones de trabajo del colectivo de Públicos por venir para configurar la propia exposición y pensar en cada una de las actividades a realizar. De ese trabajo colaborativo surgió una primera decisión: cambiar la noción de “inauguración” por una propuesta de reunión, en la que se invitaba a la gente visitante a participar en un debate abierto sobre las cuestiones en juego en todo el proceso.

La exposición se dividió, a lo largo del mes de junio de 2015, en dos tandas, dada la gran cantidad de piezas fílmicas que se habían reunido y producido específicamente. Para “inaugurar” la segunda tanda de proyecciones múltiples, volvió a cambiarse el formato de invitación a los públicos externos. Se optó esta vez por habilitar un dispositivo participativo en el que, a través de tres cuestiones (¿qué espera el público?, ¿qué hace el público?, ¿qué puede el público?) la gente pudiera hacer sus aportaciones mediante unos post-it que se fueron acumulando en la cristalera lateral que limita el interior y el exterior de La Posta.

Dentro de una institución como La Posta (una de cuyas definiciones es la de “Institución privada con vocación de servicio público”), se ha pretendido entonces configurar un espacio dialógico multiplicado, a través de procesos colaborativos de multiplicación de públicos participantes que, reunidos y situados en un espacio-tiempo compartido,  han podido hacer confusa y borrosa la frontera entre lo público y lo privado, construyendo colectivamente una posibilidad de institución práctica de lo común.

El último elemento de estos procesos dialógicos ha sido nuestra colaboración con la Editorial Concreta. Esta plataforma de reflexión contemporánea sobre la imagen es, como escribía Nuria Enguita (2012) en su editorial al primer número de la revista, una labor de publicación que se hace “desde un lugar preciso, una comunidad marcada durante los últimos quince años por la desaparición sistemática de la infraestructura cultural dedicada a las artes plásticas y visuales”.

La convergencia de las iniciativas de la Fundación La Posta y Cine por venir con la Editorial Concreta en el ámbito de En los límites es, por tanto, otra experiencia práctica sintomática de estos procesos de reflexión y acción en torno a las imágenes, la comunidad y lo común.

Nuestra colaboración con Concreta cristalizó en dos acontecimientos. En primer lugar, la organización de un “especial Pedro Costa” en la Filmoteca de Valencia (el jueves 4 de junio), con la presencia del gran cineasta portugués y la proyección de su última película, Cavalo Dinheiro (2014). Y por otra parte la presentación el día 12 del mismo mes, en la sede de la Fundación La Posta, de la revista Concreta 05 y del libro Martinete de las Calles, de Isaías Griñolo, que incluyó la proyección de “La Fiera de Sevilla”, video de Griñolo con la colaboración del Niño de Elche.

Espacio dialógico multiplicado, decíamos. En primer lugar diálogo entre la diversidad de públicos convertidos en realizadores, que han configurado como colectivo de colaboración y comunidad de participación todos los pormenores de su propia exposición. Pero también diálogo de cada persona implicada con las obras expuestas, diálogo entre las propias obras y, finalmente, diálogo con el resto de públicos que se han acercado a las diversas propuestas de encuentro y participación que se han ido generando a lo largo de la exposición. Diálogo, por último, con las proyecciones y los debates organizados junto a la Editorial Concreta y en las jornadas de 2015 de Cine por venir.

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Para todo ello, la exposición fue configurada como límite o frontera entre el espacio privado (el interior de la Fundación La Posta) y el espacio público (ese mismo interior convertido en experiencia pública). El tiempo en que espacio privado y espacio público se confundieron durante la exposición generó la emergencia local, situada de un espacio-tiempo común, compartido, cotidiano, para una experiencia fílmica colectiva.

El propio espacio de la Fundación La Posta se presta muy bien a esta transformación. Es un cubo blanco, pero no es una galería ni un museo. ¿Qué es entonces? El local tiene además una configuración de diseño transformable, y una promiscuidad espacial muy rica entre el interior y el exterior (dos de su lados son amplias cristaleras), o sea entre el espacio privado (interior) y el espacio público (exterior). Cada vez que en Públicos por venir se generaron encuentros de personas en ese espacio, lo público y lo privado perdieron sus delimitaciones y emergió, brevemente, la efímera institución de un espacio potencial de lo común.

En la segunda tanda de trabajos expuestos en Públicos por venir, por ejemplo, se transformó el espacio extrayendo una pestaña lateral que contiene una amplia estantería de veinticuatro casillas. Esta estantería móvil se dispuso entonces enfrentada a la puerta-cristalera de entrada al local de La Posta, y en cada una de las veinticuatro casillas se expusieron las fotografías que Mario Zamora (miembro del colectivo de Públicos por venir) había realizado en la “reunión” que dio inicio a la primera tanda de trabajos expuestos en Públicos por venir.

Con el nombre de Perfiles públicos, esta obra fotográfica mostraba imágenes fijas de personas que se habían mantenido en el umbral del local durante el primer acontecimiento, viandantes que habían dirigido sus miradas más o menos fugaces al interior del espacio de La Posta desde uno de sus límites exteriores (la puerta-cristalera). Un público potencial y efímero pasó a convertirse, así, en parte de la propia exposición de Públicos por venir. Y aunque sus imágenes eran fijas, colectivamente se mostraban formando un conjunto en la estantería de 24 marcos que estaba en posición frontal respecto a la puerta-cristalera (24 imágenes que componen un segundo en el medio fílmico analógico).

De este modo, este público potencial incluido en el proceso dirigía ahora su mirada en el sentido contrario en que fueron captadas sus miradas iniciales (entonces de afuera a adentro y esta vez del interior al exterior del local). Es decir, que su mirada estaba dirigida ahora a los públicos que estaban por venir, que vendrían de hecho a mantenerse en aquel mismo umbral entre interior y exterior, e incluso a atravesarlo.

Aunque como decía Ángel González, “le llaman porvenir porque nunca viene”, lo cierto es que nuevos públicos vinieron a encontrarse en la siguiente fase de la exposición (la más concurrida, de hecho, de todo el proceso). Entre esos públicos que se asomaron a la siguiente propuesta de Públicos por venir, aquellos y aquellas que quisieron atravesar ese umbral pudieron, además, incluirse también en el proceso. La gente asistente podía optar por participar con sus aportaciones escritas al responder a las cuestiones expuestas en el otro umbral (la cristalera lateral) del local de La Posta: ¿Qué espera el público?, ¿qué hace el público?, ¿qué puede el público?

Acontecimientos, emergencias, multiplicaciones, procesos, mundos posibles. Todo esto creó, por cierto, cierta confusión sobre lo que es realmente ese lugar (la Fundación La Posta), y sobre la naturaleza de lo que allí acontecía durante estos meses de exposición de En los límites. Confusión inicial que genera cierta inquietud cuando trata de aprehenderse según los códigos normativos y convencionales del arte, pero que constituye una potencia de transformación real de dichos códigos en este laboratorio de investigación en arte contemporáneo que es, de hecho, la Fundación La Posta.

Y es que el cubo blanco (el lugar por excelencia del arte contemporáneo), cuando pertenece a una institución privada, suele ser un lugar casi siempre vacío, que prácticamente sólo se ocupa en los actos protocolarios de inauguración. Durante los dos meses que duró el proyecto En los límites, el espacio transformable de la Fundación La Posta se ocupó, sin embargo, en repetidas ocasiones (reuniones de grupos de trabajo, encuentros, seminarios, citas diversas de comienzo de cada una de las exposiciones) haciendo que el cubo blanco se convirtiera en el lugar del acontecimiento, que se llenara incluso de gran cantidad de gente ajena, en principio, al arte o al cine contemporáneos.

Como decía Hito Steyerl (2015): “Actualmente, las películas políticas ya no se muestran en fábricas. Se muestran en el museo o en la galería: en el espacio del arte. Es decir, en cualquier tipo de cubo blanco”.

¿Qué públicos han convivido, pues, en estos acontecimientos reiterados de En los límites y de Públicos por venir? Artistas, cineastas, públicos convertidos en cineastas, gente que hacía su primer trabajo con una cámara y, también, lo que Nancy Fraser (2013) llama “contra-públicos subalternos”: gente común que entraba por primera vez a un cubo blanco, que no sabía siquiera lo que “cubo blanco” significa y que, además, tenía por primera vez una relación directa con el arte o el cine contemporáneos.

Gente común, personas cualquiera, públicos por venir.

Miguel Ángel Baixauli y Sonia Martínez

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BIBLIOGRAFÍA y referencias citadas:

DARDOT, Pierre y LAVAL, Christian (2015): Común. Ensayo sobre la revolución en el siglo XXI, Ed. Gedisa, Barcelona. Ver la entrevista a Pierre Dardot y Chirstian Laval realizada por Marta Malo y Débora Ávila y publicada en Interferencias, el blog de Amador Fernández-Savater en diario.es.

ENGUITA, Nuria (2012): Editorial Revista Concreta 00, Editorial CONCRETA, Valencia, otoño 2012.

FRASER, Nancy (2013): “La justicia mundial y la renovación de la teoría crítica”, en VVAA, Pensar desde la izquierda, Errata naturae editores, 2ª edición, Madrid.

IBÁNEZ, Jesús (2014): Por una sociología de la vida cotidiana, Siglo XXI Editores, 4ª edición, Madrid.

LADDAGA, Reinaldo (2010): Estética de la emergencia. La formación de otra cultura de las artes, Adriana Hidalgo Editora, Buenos Aires.

SOUSA SANTOS, Boaventura de (2001): El milenio huérfano. Ensayos para una nueva cultura política, Ed. Trotta, segunda edición, ILSA, Bogotá, 2005.

STEYERL, Hito (2015): “¿Es el museo una fábrica?”, en Los condenados de la pantalla, Caja Negra Editora, Buenos Aires.

VILLASANTE, Tomás R. (2006): Desbordes creativos. Estilos y estrategias para la transformación social, Los libros de la Catarata, Madrid.

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