Después de dos temporadas, se pueden apreciar las líneas de actuación que se van consolidando de entre el conjunto de ideas que alumbraron el nacimiento de La Posta.
Cuando en 2012 y 2013 empezaron a prepararse los primeros borradores de trabajo, se formularon algunas pautas que con el tiempo han ido desarrollándose y ampliando su ambición. En particular:
a) la importancia dada a la experiencia del arte, y de ahí, la preocupación por las condiciones físicas en que se produce la recepción de los trabajos;
b) poner el acento en los procesos de creación y no solo en los objetos finales acabados;
c) la atención prestada al binomio ESPACIO FÍSICO para las actividades y la exhibición de los trabajos y ESPACIO VIRTUAL en la red para la comunicación y el feedback, que entendemos complementarios y que deben desarrollarse al unísono;
d) la insistencia en que las prácticas culturales y artísticas que acoge la Fundación La Posta estén vinculadas a procesos sociales y económicos, o, en sentido contrario, que no respondan exclusivamente al desideratum del arte por el arte (o el principio de la autonomía del arte tal y como se formuló durante el imperio de la modernidad);
e) combinar la programación de actividades de producción propia con colaboraciones con otras entidades y colectivos que refuercen la vinculación con procesos sociales y económicos a que se ha hecho referencia antes.
Por otro lado, en cuanto a los medios, se presta especial atención al vídeo, fotografía e instalación. Sin perder de vista el marco en el que se incardina nuestra actividad, que es el de las artes plásticas. Pero, la forma de abordar el audiovisual no es pacífica, sino que problematiza las relaciones entre el llamado vídeo-arte o vídeo de creación y el cine independiente o experimental. Para ello, fijamos nuestra atención en el vídeo-arte con fuerte contenido documental, y, en la otra orilla, el cine ensayo o documental de creación. Inserto en esa problemática de las relaciones entre esas dos orillas —entre dos formas distintas de concebir la creación audiovisual, al tiempo que con algunos ámbitos compartidos—, se inscriben las reflexiones y experiencias en relación con las condiciones óptimas para el visionado de las imágenes. Con dos tradiciones enfrentadas: la cámara obscura del cinematógrafo y el cubo blanco del arte. En el marco de esa tensión buscan encontrar su forma instalaciones que incorporan pantallas de ordenador, monitores de televisión, proyección sobre cristal traslúcido o atravesando gasas vaporosas, etc.; así como cambios de escala en el espacio del arte, buscando un mayor recogimiento, una mayor intimidad, quien sabe si buscando reproducir las condiciones del visionado de imágenes audiovisuales en la pantalla de ordenador típicas de la “habitación del adolescente” (como paradigma).
Por último, destacar la consolidación en estas dos temporadas pasadas de algunas citas anuales, como el mes de actividades cinematográficas/videográficas, o la exposición de trabajos con un fuerte contenido activista LGTB, en colaboración con colectivos y entidades que tienen entre sus objetivos la defensa de los derechos de este sector de la sociedad.
En ese marco se plantea para la temporada 2016-2017, como exposición de tesis, el proyecto Archivos en Fuga, al cuidado de Miguel Ángel Baixauli. Una serie de tres exposiciones individuales sucesivas que agrupa las últimas obras de tres artistas emergentes, tres mujeres jóvenes y “periféricas” (Nicoleta Moise y Paula Onet nacidas en Rumanía, Lamia Mohacht en Marruecos) que abordan desde perspectivas y temporalidades diversas ciertas posibilidades de subversión y reformulación de archivos visuales específicos y muy próximos a su propia experiencia. Tres formas de hacer artístico que dialogan entre sí, desplazando las fronteras de sus archivos respectivos, y que desde el cuestionamiento de la propia historicidad muestran que reinventar esos archivos es un modo efectivo de reapropiación del presente.
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