Durante el pasado año 2018 Vicente Ponce y Miguel Ángel Baixauli han puesto en marcha, en colaboración con Sonia Martínez y Nuria Enguita, el programa «Imágenes sobre Imágenes. Del cine a la fotografía», una nueva forma de acercarse al disfrute de las imágenes, tomando como argumento algunas exposiciones que han tenido lugar en Bombas Gens Centre d’Art, pero la potencia del dispositivo puesto en acción es de tal intensidad que tiene suficiente entidad en sí mismo como para que le prestemos atención, con independencia de las exposiciones a las que estuvo asociado.
En algún momento se ha calificado ese dispositivo como “hacer cine en directo sin cámara”. La definición resulta particularmente apropiada para el caso de una de las experiencias que ha tenido lugar dentro del marco del programa “Imágenes sobre Imágenes”, nos estamos refiriendo a la acción que llevó a cabo la Orquestina de Pigmeos (Nilo Gallego y Chus Domínguez) “¡Oído Cinema!”. Calificada como film-performance o “puertas abiertas” de un taller ―tan difícil de abordar se presenta el nuevo formato― [para hacerse una idea nada mejor que mirar la imágenes en el carrusel, arriba].
Ya en esa acción afloró uno de los aspectos más característicos, que es la incorporación de elementos escénicos. No es que el cine no lo sea, pero ahora se escenifica más, hasta el punto de “hacer cine en directo sin cámara”. Andrés Duque profundizó en esta idea, en su intervención en la exposición “La blancura de la ballena”, de Paul Graham, con el trabajo “Sound Street”. “La percepción sensorial no es sólo un acto físico sino cultural. Esto significa que la vista, el oído, el tacto, el gusto y el olfato no sólo son medios de captar los fenómenos físicos, sino además vías de transmisión de valores culturales”. Desde esta premisa lanza al público asistente a la exposición (en momentos acordados previamente, lo que antes se llamaba “visitas guiadas”), a la búsqueda de las atmósferas urbanas que aparecen en los trabajos fotográficos mostrados en la exposición de Paul Graham, con el fin de registrar los sonidos que sugieren esas obras. De esa interacción entre lo físico y lo cultural, ya había hablado Andrés Duque al narrar su aventura de conocimiento con Oleg Karavaichuk, con ocasión de la realización del film “Oleg y las raras artes” (2016). Dice en la entrevista en la que comenta esta experiencia, realizada con ocasión de la exhibición de la película en el festival Punto de Vista: “lo que más me interesaba era su proceso creativo, es decir, esos pequeños rituales que él tiene para componer música, que muchas veces son tan extraños como dejar pasar sus manos por los mármoles del Hermitage, sentir la vibración de los mármoles, y de ahí sacar música para luego trasladarla al piano” (minuto 6:30; se puede ver aquí).
La singularidad de estas acciones y su voluntad de definir un nuevo formato cinematográfico se aprecia con más claridad al observar su capacidad para distanciarse del programa en el que se fraguó (“Imágenes sobre Imágenes”), expandiéndose hacia otros programas, como es, recientemente, su experimentación en la programación de Cine por venir para el Centro del Carmen (octubre-diciembre 2018). En este caso ha adoptado una nueva presentación en formato taller-performance a cargo de Sofía Asencio “Llevar la película a otra parte”, una puesta en escena que subraya, simultáneamente, los aspectos cinematográficos y escénicos de esta forma de mirar.