Los efectos de la modernidad todavía perviven en nuestra época. Actualmente gran parte de las prácticas artísticas centran su actividad en diversas investigaciones que reclaman una revisión más que necesaria para un proyecto holístico que ya no se percibe tan positivo como antes. La modernidad ha dejado de ser aquel espejo nostálgico en el que buscar un reflejo que ella misma no pudo devolvernos en su momento. Entre esos efectos del proyecto moderno, uno de los que más vigencia posee es la división binaria entre naturaleza y cultura. Una segmentación que se desvela como una de las tantas ficciones de un conocimiento humano que, si bien necesita la abstracción de los compartimentos estancos que organizan cada una de sus disciplinas, no puede entenderse sin una estrecha vinculación entre cultura y naturaleza.