Proceso de participación pública
Taller sobre paisaje entrópico (2ª ed.)
En el marco del Taller sobre paisaje entrópico (2ª ed.), que se viene celebrando desde mitad de abril, en la jornada nº 9 que tuvo lugar el lunes 6 de mayo, planteaba el programa que llevaríamos a cabo una “puesta en común de todas las experiencias durante las visitas guiadas; proyección de imágenes, de las tomadas por los participantes; muestra de los registros efectuados; presentación por parte de los participantes de propuestas de exposición de los resultados de los análisis efectuados de los paisajes”; y sobre la exposición, se dice un poco más adelante: “Se mostrará el resultado de la mirada de los participantes en el taller, sobre los paisajes entrópicos estudiados en visitas de campo guiadas, con el fin [simulado, porque se trata de un ejercicio práctico], de animar a un proceso de participación pública, tal y como exigen los procedimientos administrativos para la declaración y ordenación de “Sitios Históricos” y “Paisajes Culturales”, donde cada participante mostrará sus inquietudes y dará respuesta al objetivo del taller”. Pues bien, dicha jornada concluyó con la definición de un completo plan de participación pública, el que se señala a continuación, para seguirlo en las próximas fechas, y el jueves 20 de junio inauguración de la exposición en el espacio vitrina de la Editorial UPV, situado junto al Ágora de la Universidad.
Lugar de realización de la exposición: el espacio vitrina de la Editorial UPV, situado junto al Ágora de la Universidad (junto a reprografía y debajo de la Librería UPV).
Plan de participación pública
1. Invitación al público a hacer los mismos paseos que hicimos nosotros.
Las rutas que realizamos a lo largo del Taller sobre paisaje entrópico son:
― Faitanar – Sociopolis – La Torre
Conducido por Matilde Igual Capdevila
Sociopolis. Todavía hoy, a pesar de que en los últimos años se han reanudado las obras y parece que se terminarán las viviendas que un día se autorizaron en medio de la huerta con el argumento de la vivienda social, sigue predominando la impresión de que están fuera de contexto. El establecimiento de nexos con La Torre, que es el núcleo de población al que estaría abocado a relacionarse este polígono de viviendas, no obstante, parece que no termina de funcionar.
Para más información sobre esta ruta ver aquí
― La línea recta que nos lleva desde la Estación de Metro de Colón hasta la Entrada del Francés (en la calle Antonio Ferrandis, intersección con la avenida Amado Granell Mesado)
Conducido por Theresa Wilhusen
En el cruce de las calles Matías Perelló con Luis Santángel nos encontramos, en posición diagonal, lo que parecen los restos de un antiguo camino de huerta, de hecho, se llama calle Canals. Como un vestigio de la forma del parcelario preexistente antes de la urbanización del Ensanche.
Para más información sobre esta ruta ver aquí
― De río a río: en el lugar en el que se bifurcan el viejo y el nuevo cauce del río Turia, un recorrido desde el azud del Molí del Sol hasta la pasarela de Quart de Poblet sobre el Turia.
Conducido por Javier Ribera
El viejo cauce del Turia, en el tramo entre el Parque de Cabecera y el punto en el que enlaza con la bifurcación del nuevo cauce del Turia, es como tierra de nadie, en la que se depositan, en vertederos espontáneos, jardineras retiradas de alguna vía pública de cualquiera de las poblaciones colindantes, bajo el cartel de “Prohibido tirar escombros”. Al fondo, los trabajos de reacondicionamiento de las campas de un servicio público recientemente desmantelado, en zona de protección del cauce.
Para más información sobre esta ruta ver aquí
― El Perellonet. La gola, la pesca de la angula, el monot, las casas de los pescadores de angulas, las pirámides de la playa, el hotel Yatemar y Els Marins.
Conducido por Guillem Cervera
Uno de los elementos construidos, y por tanto obra del ser humano, y por tanto tenemos que entender que expresivos de algún tipo de pensamiento, que llama mucho la atención en el Perellonet por su forma, son estas pirámides de hormigón. Para saber más sobre este elemento en el territorio y en general sobre el Perellonet, según lo vimos en la ruta realizada por este singular enclave de la ciudad de Valencia, entre el lago de la Albufera y la mar, ver aquí
El conocimiento de los paisajes entrópicos a los que hemos hecho referencia, se propone con finalidades variables, que puede ir, desde la satisfacción de la simple curiosidad, a cargarse de razones para querer una participación más activa (que puede ser la mera queja o denuncia, aunque el Taller de paisaje entrópico está orientado a la capacitación de profesionales para elaborar documentos y gestionar procedimientos para obtener de las autoridades la declaración de Sitio Histórico o Paisaje Cultural); si el lector quiere ir más allá le invitamos a que siga leyendo.
2. Invitación al público a que, cuando hace sus paseos habituales, que encuentre la entropía en el paisaje.
Con el fin de orientar la búsqueda e identificación de los signos de la entropía, siguiendo el mismo método de carácter absolutamente práctico, más que entrar en disquisiciones teóricas, lo que hemos hecho es incorporar en el carrusel que hay arriba de este post, una selección de imágenes de paisajes entrópicos en los recorridos que hemos efectuado.
Hay que hacer una observación de carácter general: aunque la realización de una ruta en coche no excluye por completo la posibilidad de mirar hacia paisajes entrópicos, lo cierto es que caminando va a ser más fácil apreciarlos. A modo de ejemplo: hemos descubierto un paisaje entrópico paradigmático, que se puede ver desde un punto próximo a la parada de Metro de Valencia Sud. En ese lugar, debajo de la enorme infraestructura que sirve de entrada al AVE en la ciudad de Valencia (Estación de Joaquín Sorolla), se encuentra una gran alquería. Se plantea entre los dos elementos construidos una competencia en cuanto a tamaño, porque la alquería no es pequeña, pero en la confrontación con la infraestructura del AVE pierde y de repente aparece ante nuestros ojos como algo minúsculo. Esto se puede apreciar en un paseo, pero si intentamos llegar a ese punto en coche va a resultar muy complicado, habría que seguir una intrincada ruta por los caminos de la huerta, cuyo trazado responde a otras necesidades, y al llegar estaríamos aturdidos e incapaces de apreciar la excepcionalidad del contraste de las escalas en juego.
Con el conjunto de imágenes que hay en el carrusel, necesariamente va a despertar en el público un deseo incontenible de registrar los paisajes entrópicos que están a su alrededor, aquellos en los cuales transcurre su vida cotidiana y a los que, probablemente, no había prestado atención porque siempre había pensado que eran eso: cotidianos, incluso degradados, y por lo tanto sin interés, sin capacidad para mover en su interior algún tipo de reacción emocional, y, en particular, sin posibilidad de evocar algún tipo de recuerdo o simbolizar algún tipo de conexión personal con el entorno. Algo como, por ejemplo, lo que nos pasó a nosotros, cuando un poco más allá de esa imagen tan potente de la alquería bajo la infraestructura del AVE, encontramos en un vertedero espontáneo “clausurado” (con una enorme cartel colocado sobre el montón de escombros que lo deja muy claro, que está “clausurado”), y dimos con una compuerta de las que sirven para cerrar o dejar el paso del agua por los canales y acequias que sirven para el riego en la huerta (de unos 30 cm x 30 cm ―porque está un poco rota―), un auténtico vestigio de lo viva que está la actividad agrícola en la huerta, y de las contingencias que se pueden dar, tal como una rotura de la compuerta, y los huellas que van dejando todas esas incidencias.
En ese momento, una de las participantes en este recorrido se acuerda de cuál es el nombre de esa compuerta en valenciano: “estallador”, que se lo había oído decir a su padre cuando era niña, y pudimos ver en la expresión de su cara que muchas fibras de su alma se relajaban, como si hubiesen encontrado el punto de encuentro con una parte de sí misma que había dado por perdida.
Andábamos por el camino conocido como “el camino viejo de Picassent” (más adelante está la Cruz de Término, y un poco más allá el término municipal de Paiporta)―, cuando apareció un imponente caballo de tiro arrastrando un carro, que, para aumentar su peso y la resistencia opuesta a la fuerza del animal, colgaban del mismo ruedas de tractor que se arrastran por el camino mal empedrado. Se trata del entrenamiento del animal para la competición de “tiro y arrastre” que tendrá lugar en el mes de agosto en Xàtiva, según nos cuentan los que lo conducen, cuando se detienen al ver a tan peculiar grupo a la deriva por medio de la huerta. “Yo también soy de Xàtiva”, le dice nuestra compañera a quien conduce el carro y al caballo percherón, el cual atiende con simpatía, sabiéndose en compañía de gente próxima, y, a continuación, dirigiéndose a nosotros por lo bajini, nos dice: “en la feria de tiro y arrastre de Xàtiva, cada verano se juegan grandes cantidades de dinero”.
El lector que ha llegado hasta aquí es porque quiere más participación. En este punto le invitamos a que nos diga qué le parecen los paisajes entrópicos de los que venimos hablando y aquellos otros que pueda haber reconocido en sus paseos cotidianos, remitiéndonos sus consideraciones al correo electrónico:
Igualmente, le proponemos lo siguiente:
3. Invitación al público a participar en un concurso de fotografía de paisajes valencianos.
Organizado por la Cátedra de Participación Ciudadana y Paisaje Valenciano, de la Universitat de València (Facultad de Geografía e Historia), se celebra este verano un concurso de fotografía de paisajes valencianos “Los paisajes de los Parques Naturales”, con fecha de participación abierta hasta el 16 de septiembre. Hay premios de 500€, 300€ y 200€, para el primero, segundo y tercer clasificado.
Toda la información aquí:
https://www.uv.es/catedra-paisajes-valencianos/es/actividades-catedra/concurso/edicio-2024.html
Aunque la denominación de la convocatoria, que apela a los paisajes de los Parques Naturales, podría parecer que excluye los paisajes culturales, de los cuales constituye la expresión más característica en las periferias suburbanas los paisajes entrópicos, no obstante, nada más lejos de la realidad, como pone en evidencia el hecho de que los paisajes entrópicos no son ajenos a los Parques Naturales, como ocurre, por ejemplo, en el caso del Parque Natural de la Serra Gelada.
Formando parte del área metropolitana de Benidorm, el Parque Natural de la Serra Gelada alberga en su interior, aunque claramente interrelacionado con los núcleos urbanos de Benidorm y del Albir (Alfàs del Pi), una depuradora y una desaladora. También podríamos referirnos al conjunto residencial y de cuidados “Ciudad Patricia”, situado en la frontera entre el Parque Natural y los desarrollos urbanísticos de baja densidad característicos del pie de monte de la Serra Gelada. Pero vamos a centrar nuestra atención en la depuradora y la desaladora, a las que se va a unir más pronto que tarde un gran depósito de aguas para riego, todo lo cual viene a configurar un complejo de dotaciones de servicio con una huella en el territorio de un gran impacto territorial.
Depuradora, desaladora y depósito de agua para riego en construcción en el Parque Natural de la Serra Gelada.
Una parte de las aguas depuradas en el Parque Natural de la Serra Gelada se vierte, a través de un canal subterráneo que atraviesa la cresta de la sierra ―desde su ladera norte, donde se encuentra la depuradora, hasta la cara sur, caracterizada por un imponente acantilado―, alcanzando finalmente las aguas de la mar.
Una relación de reciprocidad equilibrada entre la ciudad de Benidorm y la Serra Gelada habría demandado que, ya que la ciudad envía sus aguas sucias a la Serra Gelada para ser depuradas, que la Serra Gelada hubiese devuelto a la ciudad esas mismas aguas una vez depuradas, por ejemplo, para el riego de parques y jardines, en lugar de tirar las aguas depuradas al mar. Eso es lo que habría propuesto Robert Smithson, como hizo en el caso de los lodos del Central Park ―ver “Frederick Law Olmsted y el paisaje dialéctico”, 1973―. Como la ciudad vertió sus escombros surgidos de subterráneos y perforaciones de todo tipo al Central Park, donde sirvieron para la desecación de las zonas pantanosas, Robert Smithson proponía que el Central Park vertiera los lodos que ocupaban algunas lagunas del Central Park, allá donde la ciudad pudiese darles algún uso.
Invitamos al público en general a este proceso de participación pública, y el 20 de junio de 2024, a las 19:00 horas, nos vemos en la inauguración de la exposición en el espacio vitrina de la Editorial UPV, situado junto al Ágora de la Universidad.