Según cuenta la Historia, Leonardo salió de Milán al perder el favor de los Medicis, y, habiendo sido acogido por el rey Francisco I de Francia, cruzó el continente atravesando peligros, sorteando a los asaltadores de caminos (con su salvoconducto personal e intransferible: La Mona Lisa, pintada en una tabla con oleos pigmentados ―la mayoría de sus compañeros de profesión seguían pintando al temple o al fresco―)