Tal y como hemos explicado en el presentación de esta exposición de trabajos de Joan Gómez Alemany “Entre lo visual y lo sonoro. Reapropiación de la materia y el material”, hay una firme voluntad de trascender disciplinas, y partiendo de un punto de origen firme en la música y el arte sonoro, Joan Gómez quiere atravesar los lindes de su disciplina más propia para incorporar lo visual, encarnado en la plástica, la fotografía y el cine. Por lo tanto, se estarían transcendiendo fronteras impuestas por el reparto académico del conocimiento, con el fin de abarcar un todo holístico. En esto hay voluntad de establecer un nuevo orden, porque como se explicó en la presentación del trabajo de Joan Gómez Alemany el día de la inauguración de la muestra por parte de María José Martínez de Pisón (miembro del Patronato de la Fundación La Posta, profesora en el Master de Artes Visuales y Multimedia UPV, promotora de Plutón CC entidad especializada en arte sonoro, etc.), realmente en nuestra experiencia cotidiana no hay una separación entre visión y sonido: nosotros vemos a una persona que nos habla y la escuchamos simultáneamente ―por ejemplo recitando un poema, lo cual activa a su vez una multiplicidad de imágenes en nuestro cerebro―. Le hemos escuchado muchas veces a José Manuel Costa, uno de los mejores especialistas en arte sonoro en España, decir que las bellas artes son bastante sordas (o mudas) cuando resulta que “casi todo lo que se ve también suena”. A pesar de esta evidencia, el caso es que en algún momento en alguna instancia se decidió que había que segregar el conocimiento y la práctica artística de ambos medios.
Sin embargo, se puede abordar el fenómeno conjunto de la visión y el sonido de una manera integrada, y con enfoques variables. Las partituras sobre las que ha intervenido Joan mediante grafismos de una plástica muy potente, muestran la transcripción a lo visual de la música escrita con la notación clásica, mediante un sistema de señales visuales que aplica los diferentes colores en función de los resultados que arrojan estudios psicológicos sobre la significación de los mismos en su relación con los sonidos que escuchamos. Hay otras transcripciones en las partituras mostradas, porque también se han transcrito composiciones de electroacústica habitualmente escritas en la notación propia de la electrónica, las cuales se han pasado a la notación clásica de la música tonal ―esto nos ayuda a comprender que la misma notación ya es trascripción de lo sonoro a lo visual (como todos los lenguajes escritos que transcriben el habla convirtiéndola en una imagen)―.
Esta práctica, trabajando sobre partituras, ha sido abordada en el pasado, por ejemplo, por Olga Neuwirth en “…miramondo multiplo…” (2007), presentado en la Documenta 12 en Kassel. Aunque en el caso de Olga Neuwirth se trata de un trabajo musical muy sencillo, que no alcanza la complejidad, tanto conceptual como expresiva, del trabajo de Joan Gómez, que en ese sentido es un trabajo de vanguardia. No obstante, se trae aquí a colación este antecedente, porque lo que nos viene a decir es que el trabajo de Joan Gómez presentado en “Entre lo visual y lo sonoro” se inscribe en una línea de trabajo que cuenta con el respaldo de la más importante institución del arte contemporáneo, como es Documenta.
Olga Neuwirth, «…miramondo multiplo…» (2007), Documenta 12, Kassel.
También ha prestado atención a esta exposición Carmen Pardo, la Presidenta del Patronato de la Fundación La Posta, persona de reconocido prestigio en el campo del arte sonoro, quien ha destacado en particular que: “El tratamiento de la cámara en Arma del diablo, cabeza de pecado, destrucción del paraíso, ofrece un tempo que es maravilloso para los días que corren”. Arma del diablo, cabeza de pecado, destrucción del paraíso (s/f, aunque necesariamente reciente), un título tomado de La Celestina de Fernando de Rojas, se puede ver aquí.
Arma del diablo, cabeza de pecado, destrucción del paraíso
Tiempo es precisamente lo que hay entre lo visual y lo sonoro. Sabido es que la luz viaja mucho más rápida que las ondas sonoras. Todos los seres humanos tenemos una experiencia directa de este hecho físico, cuando vemos los rayos de una tormenta y poco después escuchamos los truenos. Sin embargo, el trabajo de Joan Gómez busca acortar esa distancia, que en realidad sólo es apreciable en grandes distancias, casi cósmicas. Aunque algo de cósmico hay en su trabajo. Lo ha sabido apreciar Carlos Maiques en el magnífico dibujo que le hizo el día de la inauguración. “Los diversos elementos fragmentarios son como estrellas, cada estrella existe por derecho propio, tiene su posición fija en el atlas de la vida, pero cuando se toman en conjunto forman una disposición de constelaciones, desplegando ante nosotros la fragilidad del pensamiento y la escritura del artista en el contexto de su existencia y proceso creativo. Sin embargo, su universo no se desvanece en el infinito” (Sandra Schwaighofer).
Joan Gómez Alemany, que tiene 29 años, procede de una formación inicial en música, que después se ha movido hacia las artes visuales buscando con ahínco la transdisciplinariedad. Se mueve con soltura en una amplia gama de ocres, y su música/arte sonoro busca, como dice él, estar al mismo nivel que las imágenes, en ese sentido, ni se busca hacerla pasar desapercibida, inexistente, según el ideal moderno, ni otorgarle un protagonismo propio autónomo, sino que, utilizando sus palabras, se trata de: «un trabajo que quiere ver los sonidos, de la misma manera que se escuchan las imágenes».
Entre lo visual y lo sonoro. Reapropiación de la materia y el material