Ser parte de un grupo históricamente excluido como lo es la comunidad LGBTI, me permitió entender que en el campo de la exigibilidad de derechos hay un recurso que continuamente es saqueado y destrozad: el imaginario simbólico; quien lo conquista, ha logrado ganar gran parte del terreno, así, el arte se convierte en una estrategia y el cuerpo en una herramienta.